lunes, julio 11, 2016

Sobre "Guardianes de lo sagrado" por Fernando Bonfanti
 "Me remite a la Penélope homérica , a su ansiedad por la espera, disimulada con la entretención mas terapéutica que lúdica ,de añorar el regreso del héroe, quien en definitiva con su espada cortara el hilo del interminable tejido, regresando al hogar, completando la unidad de ese amor partido por la sed de aventuras, por la necesidad de exponer su valentía al mundo desconocido de los inexplorados mares.
Ulises llega y con él , el fin de la espera, el retorno al lecho compartido, al fuego fatuo de la vida en común .

Ahora , en un juego borgeano de espejos Chiachio&Giannone , han trascendido el mito ,ya son uno, que gozan de la libertad de la no espera, de la no llegada del otro para la complementariedad necesaria, aquí se advierte lo lúdico como la claridad del día. La fusión del amor genera una energía que se transfiere a través de cuatro manos creando un único y poderoso haz de luz.

El héroe puede quedarse eternamente perdido entre las islas del Egeo, Ch&G no necesitan de su regreso ,solo avanzan , corriendo los límites "derrumbando muros" con sus creaciones que se difunden a pesar de Ulises o precisamente por el, que atado a su mástil con miles de hilos multicolores resiste al canto de las sirenas , por el bien de todos nosotros , que además celebramos, que no se apaguen las estrellas para que sus remeros sigan navegando".

Abrazo

Fernando Bonfanti
( il Nero )

Encuentro de dos mundos

Por Luciana Lancellotti

Para: ART.AHOLIC, plataforma especializada en arte argentino.


Una vieja tradición cuenta que, de entre miles, un hombre era elegido por los dioses para bordar la capa y el escudo del máximo jerarca de su tribu. Solamente él podía ejercer tal privilegio, que no se refería sólo a la habilidad para hacerlo, sino a que sus manos eran las únicas que podían entramar el hilo, el género y las fuerzas de los dioses que protegerían al jerarca y así a toda la tribu.

Todas las naciones cuentan con una tradición vinculada a lo textil. Telares, bordados y tejidos se encuentran presentes en el folclore de todas las culturas. Con el pasar del tiempo y de la historia estas labores, se cree que por producto de la industrialización, se han vinculado socialmente al universo femenino.

Daniel Giannone y Leo Chiachio son dos hombres que bordan desoyendo cualquier estereotipo. Trabajan juntos hace más de diez años y sus perspectivas como artistas se articularon de tal forma que, como ellos dicen, llegaron a ser un solo artista. En esta entrevista hablamos sobre sus comienzos, sus carreras y cómo es decir con las manos lo que los dos quieren expresar.

Bordar la vida

Daniel aprendió a bordar en el colegio, cuando todavía era un niño. Leo descubrió la aguja y el hilo durante la crisis del 2001. En el medio se conocieron y la idea de vivir y producir juntos se transformó en Hechizo, un antiguo colchón matelaseado sobre el que se bordaron de cuerpo entero. Nacía su sello personal: el autorretrato y el bordado. Nacía Chiachio & Giannone.
Después de Hechizo la creación conjunta siguió. Giannone rememoró todos los puntos de bordado que había aprendido en la escuela primaria y Chiachio se dedicó a descubrir esta nueva técnica. En el mientras tanto adquirieron oficio, se conocieron, se enamoraron, formaron una familia y produjeron metros y metros de obra.

“Un día esperando el subte vimos unas fotos en homenaje al cine y al teatro argentino. Una de ellas era sobre la película El santo de la espada, Alfredo Alcón como San Martín y Héctor Alterio caracterizado como Bolívar parecían darse un beso. Mientras esperábamos no dudamos en sacarnos un foto imitándolos. Esa imagen la pasamos al dibujo y después la bordamos. Una cosa llevaba a la otra”. Recuerda Giannone sobre sus primeras obras.
Encontrarse pasados los treinta fue para ellos encontrarse en la madurez, seguros de lo que querían para su vida y para su obra. Empezaron como sin darse cuenta a bordar en sus obras “la vida de a dos”, completa Giannone. Charlar con los Chiachio & Giannone es seguir el hilo de una madeja que se van tirando entre ellos pero que nunca se les cae.

Arte y artesanía en diálogo
En  su antiguo taller de Villa Crespo o en la casa taller del barrio de  Congreso suelen trabajar hasta 12 horas diarias, a veces incluso sin asistentes. “Yo concibo el trabajo como valor y enseñanza moral. Vengo de una familia peronista donde el trabajo es virtud, crecí así y obviamente todo eso aparece en mi obra”,  explica Chiachio.

“Para nosotros como artistas contemporáneos es importantísimo el trabajo físico y a veces las reflexiones vienen después. No digo que no sean importantes pero priorizamos el oficio  como eslabón fundamental de la obra. Somos amantes de los procesos, somos inquietos, nos gusta investigar y aprender todo el tiempo”, agrega Giannone.
Esta inquietud permanente fue la que los llevó a recorrer Guatemala, a conocer pueblos perdidos y aprender de sus técnicas de bordado milenarias nuevas formas de abordar su propia obra. “Investigamos y desarrollamos mucho el intercambio y la dinámica que hay entre arte y artesanía, a veces poniendo nuestra imagen en manos de artesanos, bordando conjuntamente o tomando sus técnicas y llevándolas a nuestro taller”.
Cuándo el Centro Cultural de España en Guatemala los invitó a realizar una muestra en la que sus obras estuvieron en diálogo con las de otro artista, Chiachio & Giannone redoblaron la apuesta: Invitar a comunidades autóctonas a bordar una persona rubia, una morocha y un perro salchicha. La muestra se llamó La sagrada familia.
"Todo fue organizado por mail. Acordamos trabajar con cuatro comunidades. Cada una lo interpretó como pudo y con los recursos que tenía a su alcance. Algunas contaban con acceso a internet y hasta pudieron googlearnos. Pero otras, las más retiradas, como la de Santiago de Altitlán sólo disponía de un celular viejo para comunicarse con nuestro contacto que les leía e interpretaba nuestros mails. Ese fue uno de nuestros trabajos más creativo y delirante”.
Luego de mucho tiempo sin exponer en Buenos Aires, el 9 de junio pasado cerraron en Pasaje 17, Monobordado, una muestra con un excepcional despliegue de obra y en la que se dieron el gusto de mostrar un poco de la trastienda. Pruebas de color, bocetos y moldes se colocaron estratégicamente al lado de las piezas y repusieron algo de aquel universo del trabajo y el oficio.
En ocasión de la muestra fueron invitados por la Galería a publicar un libro homónimo con edición de lujo. Allí la obra de estos dos artistas puede leerse como un recorrido de su trabajo pero también de su vida como una familia en la que la vida discurre pintando con agujas e hilos. Y tal vez se trate de que Chiachio & Giannone han recibido el mismo don de aquel iluminado que podía entramar las energías de los dioses y poner a su servicio su fuerza de trabajo y su dedal.

http://www.art-aholic.com/#!chiachio-y-giannone/pd42y


jueves, julio 07, 2016

"Nuevos Territorios"
Museo Amparo - Puebla - México 


"Guardianes de lo sagrado"
MAC - Museo de Arte Contemporáneo. UNL. 
Universidad nacional del Litoral. 
Ciudad de Santa Fe. 

Curadora: Lic. Stella Arber 

Inauguración: viernes 17 de Junio 19 hs.

CHIACHIO&GIANNONE 
Junio de 2016
Guardianes de lo sagrado
En las salas del MAC los artistas Chiachio y Giannone ocupan todas las salas con sus grandes telas bordadas, donde se despliegan el oficio, la perseverancia, las horas evidentes de trabajo, las ideas y sobre todo la irreverencia de trabajar con materiales que hasta hace un tiempo eran impensados para las artes visuales.
Lo vienen haciendo desde hace unos cuantos años y canalizan todo su imaginario sobre telas a veces usadas o encontradas en compraventas o regaladas por personas que desean un destino más interesante para ellas.
Sin fronteras estructuradas desde lo conceptual y menos desde lo experimental, estos artistas rescatan del olvido las técnicas más tradicionales del bordado y aplican novedosas configuraciones, dando a este arte considerado menor, una jerarquía estética con inusitadas innovaciones.
Apasionados hasta la médula por lo que hacen, también revelan un cúmulo de asociaciones, casi como en un automatismo psíquico puro, donde resplandece por sobre todo el funcionamiento real de sus pensamientos y así describen situaciones, se expresan, cuentan con imágenes, volcando en ellas el puro esencialismo de sus conciencias.
Claro está que lo hacen todo de a dos, nadie sabe quién borda qué, polarizan por duplicado sus ideas, llegan a acuerdos mutuos partiendo de la ambivalencia de las dos voces y terminan volcando en sus telas, a cuatro manos, la nobleza de lo compartido. En ese deslindar se produce la eficacia de un cosmos estable que se traduce en sus obras. Aparentemente hay una disolución de la identidad personal, pero esto no es así. La identidad se apuntala y profundiza en espejo. Uno es el otro y el otro es uno. 
Chiachio & Giannone generan una narrativa propia en la que siempre tienen el papel protagónico, cualquiera sea el escenario, ellos dos, bien identificables, son el centro de la escena, aparecen como personajes de una antigua estirpe oriental, como líderes religiosos, como héroes míticos, o bien como coyas de nuestro norte argentino, o desnudos en una selva profunda del Amazonas. 
Tal vez la función de esa imagen de los dos presenciando la escena que componen, los transforma en guardianes protectores del sagrado y poderoso recinto que han logrado, ese lugar que ocupan hoy en las artes visuales y la fuerte identidad que han alcanzado como dúo.
Sus rostros son sus escudos de defensa, son su firma. Aparecen siempre flanqueados en todos los escenarios visuales, por su perro Piolín, que ocupa tanto espacio en sus obras como en sus vidas.
Hay una expansión que cubre un original e inédito aspecto de soportes y materiales que utilizan y que sepulta cualquier duda respecto de esta manera de producir arte contemporáneo. Los ekekos de porcelana, son un ejemplo de ello, ataviados con un traje a la medida de sus cuerpos y con sofisticados estampes nos abren sus brazos, nos sonríen, se repiten y marcan presencia en las salas, desde la pulida porcelana con que fueron realizados, contrarrestando a esa tan conocida figura que pide a gritos abundancia, en la más absoluta pobreza de los escaparates humildes.
Nada les impide decorar, agregar talismanes protectores, atreverse al brillo, al metal, a aplicaciones de cristales, que resultan en apiñados conglomerados de estructura orgánica, unidades agrupadas para luego generar unidades mayores que encajan como piezas de un gran engranaje, en el despliegue del espacio. En la sobreimpresión de tramados y en la profusión de elementos agregados, colores, materiales y formas se produce una opulencia desbordante y celebratoria.
Las telas van mutando, se van generando como un pavimento regular, con accidentes que generan a su vez otras imágenes, se producen dinámicas simultáneas, movimientos sincronizados en la ejecución de la tarea y se construye una rutina de trabajo para asegurar la ejecución de las labores más complejas.
Todo el tiempo dan paso a otras experiencias y materializan novedades en sus obras, nuevos conceptos, nuevas formas y estructuras dan lugar a la exuberancia, a la vitalidad como vemos en las esferas expandidas en el lugar.
La interacción abundancia-exceso se produce a diario en ellos, regularmente se atiende al proceso que justifica las actividades rítmicas que inundan el taller de los artistas. Hay evidencia de ese ritmo orgánico, ellos bordan como respiran, coordinan los impulsos básicos de su dupla, casi como un mecanismo reflejo, aunque los conceptos, las ideas son tan fuertes como lo manual con sus tecnicismos textiles. 
Las jerarquías no importan, están ajustadas sin alteraciones, hay una adquisición de conciencia perceptiva aprendida desde el lugar de los afectos, son libres para amar, para pensar, y también para diseñar y elaborar sus telas y mostrar lo que hacen.
Pespuntes, trenzados, entramados, cosidos y bordados son técnicas que muestran una gran maestría, conseguida en la energía y en la pasión del trabajo que se dirige al producto final. Se nota un ritmo viviente, una construcción planeada, medida y cristalizada de un extremo a otro de estas obras, también podemos ver el placer de crear y explorar órdenes estéticos complejos y a la vez manufacturas simples que alcanzan exquisitos logros. Cabría afirmar que el disfrute de la producción, es el germen y la finalidad de las creaciones de Chiachio y Giannone.
Atravesados por un “Pop romántico”, y un “Kitch barroco” lo simbólico juega un papel intenso en estas obras, que fluctúa entre lo real y lo imaginario y que se ofrece a los sentidos, casi como un exhibicionismo sin prejuicios, lo simbólico que alude a sus vidas, a sus sueños, y merodea sin cesar, tratando de expresar visualmente gestos que no podrían manifestar de otro modo. La realidad concreta, parece retroceder en la misma proporción que avanza su accionar simbólico sobre todo lo que representan. Así aparece una realidad ideal, un mundo sensible, un potente imaginario que lo transforma todo.
Chiachio y Giannone apelan a los materiales y elementos más mundanos y conocidos, que se trasladan de generación en generación, y se sirven de ellos para lograr lo trascendente: una fórmula emotiva que exorciza los conflictos, una constante expresiva que se torna memorable en sus manos, un nuevo lenguaje surgido de las ideas, y en su léxico, nos informan del valor y el sentido de la vida.
“Hilos – De mano propia” 
por Luján Cambariere.  
Página 12.  Suplemento M2. Año 16. Nº 905.  
Páginas: 1, 2 y 3.  Sábado 22 de Junio 2016.

Con una muestra y un libro, Leo Chiachio y Daniel Giannone llevan el bordado a una expresión que rompe formatos, tamaños y estereotipos. Un desborde que sirve.

Mientras en el metro de París anuncian con afiches gigantes que reproducen un detalle de una de sus obras la inauguración del nuevo museo de la Cite de la Tapisserie d’Aubusson, los Chiachio & Giannone (Leo y Dani), desmontan en Buenos Aires una muestra que dejó boquiabierto al público más variado.
En tiempos en que el bordado está de moda gracias al movimiento crafty, que lo volvió a imponer entre jóvenes y mujeres de las 4 y 5 décadas, ellos lo vienen practicando desde hace más de quince años para romper todo tipo de paradigmas y estereotipos. Si las señoras y señoritas lo hacen pequeño, ellos lo vuelven en todos los sentidos gigante, pasando en algunos casos al 3D y a piezas de más de 15 metros cuadrados. Y lo que es más importante, lo usan para dar cuenta de sus grandes temas, que como los amores, son obsesivamente los mismos: la familia monoparental que supieron formar, los prejuicios y desigualdades y los ritos, magia y ser latinoamericano.
Todo entre la paleta colorida y brillante que en este caso además de a ellos, presentes en la mayoría de sus obras junto a su perro Piolín, suman el universo que crea su ADN creativo: desde referentes como Sonia Delaunay a tributos varios a seres que supieron acompañar su búsqueda, como la mujer que les enseño a bordar y la flora y fauna de ríos caudalosos, flores, camalotes, loros y papagayos.
De belleza exultante y exuberante, huelgan los elogios en una obra que impacta por sí sola, donde en un mismo acto revalorizan el valor del oficio en el arte (para muchas de las piezas trabajaron más de tres años bordando). Por eso no es casual que haya estado expuesta en la galería Pasaje 17 de la Asociación del Personal de los Organismos de Control y su obra social Ospoce, de la que además son vecinos y junto a quienes pudieron publicar su bello libro Monobordado.

–Cómo arranca este Monobordado?

D. G. –La galería Pasaje 17, que es una galería no comercial y depende del sindicato Apoc de la obra social Ospoce (nosotros somos artistas representados por Ruth Benzacar), nos invita a hacer la muestra y lo más importante, se ofrece a editar nuestro libro. Un proyecto que intentamos tres veces antes y no pudimos concretar por el costo. Así que fue una experiencia increíble porque por fin nos pudimos dar el gusto de tener este tomo que cuenta el recorrido nuestro en los quince años que venimos trabajando juntos con un texto principal es de Ariel Schettini, escritor y poeta, que hizo un ensayo sobre nuestra obra. Además de otros admirados escritores y periodistas como María Moreno y la escritora brasileña Camila Do Valle.
L. CH. –Para estas obras, trabajamos tres años. Fuimos mostrando partes en otros lugares, como la provincia de Chaco, en Rosario y hasta en el V&A de Londres el año pasado. Siempre nos preguntan: ¿Y tanto tiempo de trabajo? Y sí, es el tiempo que se merece el trabajo, no es ni mucho ni poco.

–¿Con cuál empezaron?

L. CH. –En realidad siempre arrancamos al mismo tiempo con varias obras, porque no podríamos trabajar al mismo tiempo con una sola pieza porque te aburrís y además todas tiene un proceso. La más grande que es ‘Selva Blanca’ tardamos tres años en hacerla.
D. G. –Son cinco metros por tres metros.
L. CH. –Es muy increíble primero porque cambiamos el paradigma en varias cosas. Una del lugar donde mostramos, porque es una galería de una obra social fuera del circuito. Algo que adoramos porque además de vecinos a los lugares se los construye. Por otro lado, el tamaño para un bordado, porque esto no es un tapiz que tiene estas medidas. Los nuestros son bordados. Es algo muy íntimo nuestra relación con la técnica. Siempre estamos viendo cuánto más podemos trabajarlo, cuánto más podemos llevarlo a otras dimensiones y lugares, cómo lo sacamos de la superficie, cómo seguimos profundizando sobre la misma idea. Por eso se llama ‘Monobordado’ porque lo que decimos es que es la misma idea y el mismo bordado que hacemos desde que comenzamos como artistas donde están estas mismas obsesiones que son las mismas dos, tres o cuatro.

–Como los verdaderos amores…

D. G. –Tal cual, a lo largo de la vida tenés distracciones, pero verdaderos amores, tenés tres o cuatro. Y también había un tema interesante que nos planteo la directora Mariana César que era que le interesaba sobre todo nuestro trabajo porque al ser el espacio que pertenece a un gremio, le interesaba destacar el trabajo como valor. El oficio en el arte contemporáneo que pareciera que está en desuso.

–Conmueve e impacta la belleza y el trabajo…

D. G. –Nos encantó esa idea y también poder presentar el proceso porque hay dibujos, fotos del reverso, que tampoco lo habíamos hecho antes, porque cuando trabajas en una galería comercial se plantea de otro modo.

–Cómo se construye una obra en tres años?

L. CH. –La construís en el tiempo. Es el tiempo reloj y el creativo que tiene que ver con esos tiempos circulares o espiralados. Nosotros la obra la comenzamos sin ningún boceto previo y es una angustia comenzar quince metros cuadrados desde una idea que no sabés hacia donde va a ir.
D. G. –Y además que va cambiando a través del tiempo. ‘Selva Blanca’, por ejemplo, arrancó como un homenaje a nuestro perro Piolín. Entonces comenzó con Piolín en el medio en un sillón como el que vimos en un long play de Julio Iglesias, y a partir de ahí empezamos a construir toda la idea. Empezamos a poner animales fuera de escala, revalorizando la flora y fauna.
L. CH. –Nosotros bordamos sobre una tela ya estampada, industrial, en este caso y lo que hacemos es borrar el estampado con bordado. Pero para romper ese pattern, al estampado lo dibujamos arriba con el bordado para romper su lógica y que se pierda el registro del rappor industrial. Esto es rápido en palabras pero son meses de ejecución entonces hay mucho diálogo. Todo lo hacemos nosotros. Tenemos asistentes pero para ciertas partes porque ni nosotros sabemos lo que vamos a hacer, hacia donde va ir el bordado, entonces necesariamente tenemos que bordarlo, trabajarlo nosotros que vamos dibujamos y haciendo. Eligiendo, por ejemplo, entre los cientos de verdes de una hoja.

–Siempre aclaran que no importa el punto del bordado…

D. G. –Exacto. Todo tiene que estar impecable, pero nosotros le damos más importancia a la idea que a la técnica. Eso va tomando vida y avanzando.
L. CH. –La idea esta vez era cómo sacar el bordado de la superficie, entonces queríamos hacer algo, cambiar paradigmas. Y en ese camino por ejemplo descubrimos las temaris, que son una especie de esferas para navidad que hacen en Oriente, que envuelven con retazos de trapos, hilo de algodón y se termina con hilos de coser, y después nos enteramos por María Moreno que eso era lo que las madres les daban a las hijas cuando se casaban y se bordaban encima. Y las sumamos a la obra reversionadas. También tenemos una especie de guirnaldas o lianas, porque si te fijas nosotros estamos como monos arriba de las lianas, con ofrendas que son collares que se los ofrecemos a Piolín. Y esas cuentas son citas a la historia del arte, a artistas que admiramos como Sonia Delaunay.
D. G. –También sumamos otras cuentas hechas con retazos de otros bordados. Porque hace un tiempo que tenemos una preocupación con el tema de reciclar las telas porque nosotros compramos compulsivamente telas. Tenemos un depósito grande y lo cierto es que ya no todos nos impactan. Los pedazos bordados los guardamos, también hay pedazos de camisas nuestras, pantalones. Y también un recurso nuevo que estamos empleando que es estampar nuestras propias telas. Un recurso que usamos para ‘Selva enjoyada’. Hacemos los dibujos, los pasamos al shablón, y así con nuestras estampas reciclamos sábanas, repasadores, pañuelos, servilletas que luego también bordamos.
L. CH. –Y así además no tenemos límite en el ancho de la tela.

–Hay infinitas microhistorias en cada bordado…

L. CH. –Siempre es la historia de la familia que somos nosotros, una familia monoparental con nuestros perros y también hay mucho del trabajo en el arte, de nuestros referentes. Como dice Jeff Koons, los artistas tenemos una capacidad de cambiarnos el ADN ya que según él, lo cambiamos a partir de los gustos o referentes que tenemos. Para nosotros Delaunay es nuestra abuela, la pintura del siglo XVIII francesa nuestros tátaraabuelos , y así podemos seguir. Ver en vivo y en directo el año pasado en Londres la obra de Williams Morris sin dudas cambia nuestro adn.

–¿Qué le pasa al público frente a su obra y pensando en la vuelta actual a las labores como el bordado?

L. CH –Primero nosotros nunca decimos que somos bordadores, somos pintores que pintamos con agujas e hilos. Pero una cosa importante y hermosa que paso con esta galería es que circula todo tipo de gente. La del barrio, la de muchísimas universidades de arte que están en la zona entonces vino por supuesto la gente que nos sigue hace años, pero también vecinos, transeúntes casuales y fue muy lindo porque la obra se completa con la mirad del otro.

–¿Y el título…?

L. CH –Salió andando en moto por avenida Córdoba. Muchas nos preguntaban si damos clase de monobordado. Y la cuestión es un poco más compleja, es un juego, tienen que ver con el pensamiento, a nosotros nos encanta jugar con eso. Que cosas le vamos a poner. Y siempre seguimos dándole vuelta al bordado.

–¿Qué se siente en el último día de una muestra tan visitada y elogiada?

D. G. –Mucha emoción, ahora en breve viajamos primero a Düsseldor–Flingern, en Alemania donde estaremos participando durante tres semanas en una residencia para artistas Villa Panaderia – dorada Weltkunstzimmer y luego iremos a París donde inauguramos nuestra muestra individual en School Gallery Paris el 11 de septiembre. Además en el metro de París hay afiches en donde está reproducida un detalle de una obra nuestra que invita a la inauguración del nuevo museo de la Cite de la Tapisserie d’Aubusson que es donde estamos trabajando en la confección de un tapiz de quince metros cuadrados. Volviendo a Buenos Aires y a esta muestra, pasaron cosas maravillosas. Gente que no conocíamos como una señora, Beba de 81 años, que se vino de Hurlingham con dos tarritos alfileteros hecho por ella con latitas de tomate y bordado para regalarnos, otra con un bizcochuelo y otra con dos pancitos caseros. Ya con eso todo valió la pena.

–Mucho mimo de familia, tema de la muestra…

L. CH –Tal cual. A mí, en lo personal, además hubo dos cosas que tuvieron que ver con las lágrimas que me pasaron. Una que en la inauguración vino Alicia Castro, una mujer a la que queremos y admiramos, y nos miramos y nos pusimos a llorar. Y otro día llegó Elba Roco, maestra bordadora, creadora de la Asociación de Bordadoras de Argentina, que conocía a Alicia Carnevale, quien fuera la primera mujer que nos ayudo a bordar y falleció de cáncer. De hecho en la muestra hay un collar en honor a ella. Ese encuentro con las dos Alicias que tuvieron que ver con la emoción, mujeres emblemáticas, con poder, me emociona, porque de esto se trata nuestra familia.